Diez rincones lejanos


I. En las murallas.
Encima de una roca encontré las huellas.
Una sobre otra, piedra con piedra,
amalgama de silencios sobre la hierba.

En las puntas de sus filos hallé una lanza,
que retiene prisioneros aquellos perdidos vuelos
de milenarias palabras.

Rescaté, en la oscuridad de sus cantos,
miles de alas perdidas:
cárceles desterradas de mil calladas huídas.

II. La Seo.

La torre, que se eleva entre las casas,
ganó demasiada agua para sí,
y cautivó en su punta, que asoma sobre caudales,
mi poético pensar.

III. Por el casco antiguo.

Pasos de calles mermadas, de estrecha acera,
grandes piedras, faros viejos y luz violenta
que el viento recio golpea.
Silencio de olor a velas,
entre suspiros y penas,
entre sollozos y quejas.

IV. Plaza de San Felipe.

Coseché la paz del silencio de unos bancos anticuados,
encorvados de enfrentar un tranquilo soliloquio
y una bella dignidad.

Bajo las ramas del frágil sonido,
que concentra en un verde desear la aceptada soledad,
rebusco en mis pensamientos la sombra de su cobijo
y la luz de su claridad.

V. Calle de Goya.

Estrecha curiosidad de líneas desdibujadas
y rejas ennegrecidas.
Estrecha solicitud de piedras ya desgastadas,
que caen como silencios
sobre las casas dolidas,
sobre paredes retadas,
sobre fachadas roídas.

VI. Calle Alfonso I.

El negro desplazar de las nubes,
ahuecado por blancos caprichosos,
dejaba atrás la altura de la calle,
de la que parecía nacer
un delicado mecanismo de reloj,
que ante el tiempo de la vida
marca y recoge una voz.

VII. El Coso.

El raso ondulado de las tejas se dejó atrapar por el claro,
vociferó entre aluminio y sólo consiguió
desgastar su vallado comenzar.
Claridad serena. Media mañana.
En tu penumbra se confunde,
adherido a su superficie endeble,
un manto duro y firme de esperanza.

VIII. Hacia el Pilar.

Cortos plazos de plazuelas, de pasos hacia la espera.
Cortos plazos de plazuelas, de laberintos sin cena
y de olores que recuerdas.

Cortos plazos de plazuelas, de bulla velando el agua,
de fuente, celeste, de luz, de chorro y piedra.

Cortos plazos de plazuelas, de bulla pisando el agua,
de fuente y niños cascada.

IX. En el Pilar.

Musiqueo de melodías, contoneo de campanas,
conductor entre veletas de lúcidos tintineos.

Agitados aleteos, agujas casi paradas,
lanzador entre cadencias de luces color espera.

X. Puente de Santiago.

Sobre el agua turbia y pesada dejé mis huellas gastadas.
Sobre el Ebro, dejé mi frente y mis culpas,
mi equipaje y las arrugas.